La lluvia seguía empapando sus ropajes, y lo lejos un sinfin de barcas se concentraban frente a nosotros. Rapidamente bajé al restaurante Kingfisher con la cámara en la mano, y mientras desayunaba, observaba el arduo trabajo que estos hombres hacían. Pesca artesanal.
Ya ubicada la barca en la nueva cala, cargaron la red y unos cuantos de ellos se subieron a ella.
Mientras que un cabo de la red quedaba en la orilla, la barca a ritmo de remo fué trazando un semicirculo en la cala. A las ordenes de un pescador que observaba desde el espigón fueron desplegando la enorme red. La barca trajo el otro cabo de la red, mientras en alta mar un pescador desde la punta de la red hacia señales para que sus compañeros estirasen desde un cabo o desde el otro.Este hombre estuvo más de dos horas nadando en un mar agitado, digno de admirar el esfuerzo realizado.
Los pescadores con sus cánticos iban jalando los cabos de la red, bajo la lluvia sus caras se iluminaban porque sabían que la captura podía ser buena.
Tras un par de horas la red llegó a la orilla, el esfuerzo para arrastrarla cada vez era mayor, la lluvia seguía empapando sus múndus .
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