martes, 8 de septiembre de 2009

AMANECE EN VARKALA


Al amanecer la suave luz del sol atraviesa las cortinas floridas de mi habitación. Esos primeros rayos me indican que algo nuevo me espera por descubrir.

Los cuervos comienzan a comunicarse entre sí. Sus graznidos, alguna mañana resultan insorportables. Menos mal, que algunos pájaros entonan sus melodias para hacer más llevadera la inaguración del nuevo día.

Los grillos se ponen de acuerdo para no desentonar en el concierto matutino. Y la brisa que atraviesa los peines (hojas) de las palmeras, me animan a aventurarme a descubrir un nuevo dia.

A las ocho, como todos los dias, el lechero en su bicicleta hace sonar su claxón agudo para que todos los vecinos sepan que el fruto de su vaca, está a disposición de quien lo desee.

Una leche, para los entendidos, que haría recordar la infancia de muchos españoles. Aquellos años en que la lechera repartía su exquisito producto puerta a puerta en algunos pueblos y ciudades.

En las viviendas vecinas, los niños comienzan a reclamar entre gritos y sollozos, la atención de sus madres.

El verde de las plantas, brilla con un esplendor digno de las joyas del maharaja. El sol atraviesa palmeras y hojas en una dura batalla por iluminar la tierra.

Allí esperan los hongos, con un brillo especial, el abrazo de vida que les da su Dios, el Sol.

Las hormigas deambulan de aqui para alla, en busca de algo que aportar a sus almacenes de reservas.

Las hay de todos los tamaños y formas. Las más peligrosas camuflan su poder de ataque reduciendo su tamaño, pasan casi desapercibidas hasta que con sus pinzas te indican cual es su territorio.

El recolector de cocos ( The coconut-men), recorre los caminos con su escalera y entre peldaño y peldaño hubica su cabeza.

Los vecinos que ven peligrar su seguridad ante la caida del fruto de su árbol más común, le llaman para para aliviar su preocupación.

El dia comienza, y ante mí, un sinfin de experiencias esperan mi presencia.

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